domingo, abril 09, 2006

Enryo

Las aguas otoñales
de este mundo me despiertan
de mi embriaguez.
En Japón la costumbre de dar agua -que se llama shinimizu, "agua de muerte" - a los moribundos. No sólo sirve para refrescarles los labios; siempre es un pariente próximo o amigo íntimo el que la ofrece, y suele provenir de una fuente determinada. Puede que esta antigua práctica tenga su origen en la creencia de que el agua mantiene unida el alma del moribundo al mundo que lucha por abandonar.
En el poema de Enryo, las últimas aguas de este mundo son "otoñales" (aki no mizu), porque el poeta murió a principios de otoño. Las aguas lo desintoxican de la vida y le devuelven la sobriedad, tras la borrachera que suponen las ilusiones de la existencia.
Murió el decimoquinto día del séptimo mes de 1955, a la edad de 55 años.
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